Recientemente, en los medios de comunicación se han publicado
diferentes artículos acerca de mitos en primeros auxilios. La verdad es
que todavía asusta ver como alguien, con toda su buena voluntad,
golpea la espalda de un atragantado... De todos ellos, se ha escogido este, por
el seguimiento que tiene la revista Consumer, publicado por Eroski.
El artículo
original, lo puedes leer pinchando en este enlace. No obstante, si quieres puedes seguir leyendo:
1. Primeros auxilios en quemaduras:
¿dentífrico, mantequilla y clara de huevo?
Ante una quemadura,
una costumbre frecuente es aplicar dentífrico en la zona lesionada.
Es posible que esta idea surja del efecto refrescante que aporta la pasta, pero
se trata de una falsa mejoría perniciosa por sus consecuencias, ya que la pasta
de dientes es abrasiva y agrava la lesión. Tampoco debe aplicarse aceite o
mantequilla, ya que ensucia la herida y puede empeorar las cicatrices
posteriores.
Otro mito es el de aplicar clara de
huevo a la quemadura con la creencia de que acelera la cicatrización gracias
al colágeno. En primer lugar, la clara de huevo no contiene colágeno sino
proteínas (albúmina). Si se emplea sobre una quemadura, queda pegada a la piel
y dificulta la limpieza del lecho de la herida. Por otra parte, con esta
práctica lo que se hace es dar nutrientes a las bacterias que colonizan la piel
y facilitar las infecciones.
Ante una quemadura, lo mejor es aplicar
agua fría (no hielo) y cubrir la zona con un pañuelo limpio o mejor, un apósito
estéril (gasa). Si la quemadura no es grave y la piel está solo enrojecida,
bastará un antiinflamatorio tópico. Si hay heridas o ampollas,
consultar a un servicio médico.
2. "Hemorragia nasal: echar la cabeza
hacia atrás"
Echar la cabeza hacia atrás ante una hemorragia nasal
no detiene el sangrado. Lo que ocurre es que la sangre, en lugar de salir
por el orificio nasal, se dirige a la parte posterior de la nariz y va hacia la
garganta y la boca. De hecho, hay que hacer lo contrario. Para detener la hemorragia, hay que
inclinar la cabeza hacia delante presionando la zona lateral del lado de la
nariz que sangra, justo en la zona en que termina el hueso y empieza la zona
carnosa. La presión debe ser firme y continua durante diez minutos. Si se aplica
un poco de frío en la zona, que tiene un efecto vasoconstrictor, también puede
resultar útil.
3. "Golpear la espalda ante un atragantamiento "
Es una práctica casi instintiva. No
obstante, esta acción tan bien intencionada puede ser desacertada ya que puede
favorecer la impactación del cuerpo extraño y empeorar la obstrucción
de las vías aéreas. Ante esta contingencia debe practicarse la
denominada maniobra de Heimlich, que consiste en colocarse detrás del
afectado y rodearlo con los brazos para hacer una compresión por debajo de la
boca del estómago. De esta manera, se impulsa de forma brusca el aire hacia
arriba, de modo que facilita la expulsión del cuerpo extraño.
4. "Provocar el vómito ante una intoxicación"
A pesar de que es cierto que el vómito
puede facilitar la eliminación del tóxico, no siempre es recomendable. Si la
sustancia que se ha ingerido es corrosiva (lejía, amoniaco, etc.), devolver es contraproducente ya
que lesionará la parte alta del tubo digestivo. También hay que ser muy
prudentes al provocar el vómito en una persona semiinconsciente, porque
pueden producirse aspiraciones del contenido gástrico hacia las vías respiratorias.
5. "Sujetar a las víctimas de convulsiones"
En un ataque o crisis
convulsiva se producen movimientos no controlados de las extremidades que
pueden ser relativamente violentos. Si se sujeta con fuerza al
afectado para evitarlos, se corre el riesgo de provocar lesiones a quien sufre
las convulsiones. Además, la inmovilización no acorta el ataque ni
reduce los efectos. De la misma manera, está contraindicado intentar introducir
un objeto en la boca para evitar que se muerda la lengua y administrar medicamentos orales,
aunque sean antiepilépticos.
Ante una crisis convulsiva, hay que
sujetar con suavidad al individuo para evitar que se lesione y amortiguar la
cabeza y voltearlo de costado para impedir que, en caso de vómito, se
produzca una aspiración hacia los pulmones. Al intentar introducir un objeto en
la boca para imposibilitar que se muerda, además de lesionar al afectado, se
corre el riesgo de sufrir una mordedura involuntaria.
6. "Succionar el veneno en caso de
mordedura de serpiente"
¡Quién no lo ha visto en una película! La
idea de que hay que succionar el veneno de una mordedura de
serpiente está muy arraigada. Pero lo cierto es que lo
idóneo es no manipular demasiado la zona para no provocar lesiones más
importantes. En la mordedura, además del veneno, suelen inocularse sustancias
que lesionan los tejidos circundantes que facilitan la propagación
del tóxico.
Por este motivo, no hay que efectuar
cortes y, en caso de succionar el veneno (medida muy controvertida según
distintos especialistas), debe hacerse con mucho cuidado ya que puede ser
peligrosa para la persona que la efectúa porque, si tiene alguna lesión en la
cavidad bucal, podría absorber la toxina. Tampoco deben practicarse torniquetes
para evitar que el veneno se distribuya por el organismo, ya que esto puede
comprometer el riego sanguíneo de la herida y empeorarla.
En estos casos, lo adecuado es presionar
de forma suave la herida para hacer brotar la sangre, inmovilizar el miembro
afectado y procurar que se mantenga quieto y tranquilo, ya que el ejercicio y
la ansiedad aumentan el riego sanguíneo y hace que el veneno se difunda con
mayor rapidez.
7. "Poner un filete sobre una
contusión"
Otro remedio "de película" es
colocar un filete sobre un ojo morado u otro tipo de contusión.
En este caso, el efecto beneficioso se produce solo por el frío, sin que
intervengan para nada los componentes de la carne. El filete ayudaría a aplicar
mejor el frío, ya que se adapta mejor a la zona afectada. Pero puestos a
utilizar remedios caseros, es más higiénico y económico colocar una bolsa de
guisantes congelados.
8. "Orinar sobre la picadura de
medusa"
No está demostrado que funcione. En
caso de picadura,
de entrada, el agua salada puede ser un buen remedio para lavar
la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce, ya
que rompe las células urticariantes, lo que puede provocar una mayor
liberación de toxina. El frío local (un pañuelo con unos cubitos de
hielo) también atenúa las molestias, aunque no es conveniente darlo de
forma directa. Una solución de vinagre al 50% o amoniaco puede ser efectiva
para desactivar la acción de la toxina.
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